domingo, 31 de julio de 2016

LA SAL DEL PACTO

Cada viernes por la noche, disfruto de una cena de shabat (sábado) con mis amistades judías del vecindario. Es el momento cumbre de mi semana. Mientras todavía vivía en Estados Unidos, aprendí algo sobre el simbolismo de cada elemento de la cena de shabat: las dos velas, que simbolizan tanto la recordación (Éxodo 20:8) como la observación (Deut. 5:12) del shabat; el vino, simbolizando el gozo del shabat; los dos panes trenzados de “jala”, que representan la doble provisión de Dios del maná en el desierto para el viernes y sábado (Éxodo 16:22); la mesa, que ilustra el altar del Templo; y el padre del hogar, quien oficia la ceremonia como sacerdote del hogar.

El servicio de shabat es realmente un recordatorio al pueblo judío sobre la adoración en el Templo durante tiempos bíblicos. Ya que los judíos no han tenido un Templo desde su destrucción en el año 70 d.C., tanto la mesa del shabat como el servicio en la sinagoga contienen elementos que les recuerdan esos tiempos, lo cual también refleja su anhelo de ver algún día un nuevo Templo en Jerusalén.

Cuando comencé a vivir en Israel, aprendí más acerca del simbolismo de la mesa de shabat y su relación con la adoración en el Templo. Aprendí que cuando se alumbran las velas, también se recuerda el candelabro o menorá del Templo; el vino también es símbolo de la libación de vino en el Templo; el pan de jala puede representar los doce panes de la Proposición (Presencia); la bendición sobre la esposa y los hijos les recuerda la bendición que antiguamente hacían los sacerdotes sobre el pueblo luego de ofrecer la ofrenda de incienso en el Lugar Santo (Núm. 6:24-26); las bellas canciones que se cantan en la mesa antes y después de la cena son eco de los cánticos de los levitas.

El shabat es un bello servicio, pero los cristianos podríamos preguntarnos: ¿qué relación tendrá con nosotros hoy día? Personalmente, he aprendido a adorar en un estilo según la adoración de tiempos bíblicos, a la manera en que Dios enseñó a Su pueblo. ¿Pero esa adoración es realmente diferente a la adoración moderna? Admito que el Mesías (Cristo), a quien adoramos los cristianos, aún no había sido revelado durante tiempos Antiguo Testamentarios, pero Dios fue quien les enseñó a adorar, y todavía tiene relevancia para los cristianos hoy día.

Dos de los elementos del shabat, el pan y el vino, se encuentran en lo que la Iglesia denomina la Santa Cena, lo cual realmente fue una cena de Pascua judía. Ambos representan el antiguo pacto que Dios hizo con Su pueblo y el Mesías profético. Otro elemento similar que representa el antiguo Pacto y el Mesías es la SAL.


¿Por qué la Sal?

Algo sobre el servicio de shabat que no había comprendido muy bien era la razón para echar sal sobre el pan de jala antes de comerlo. Me habían dicho que era un recordatorio del mandato de que toda ofrenda de cereal en el Templo debería ir acompañada de sal. El mandamiento se encuentra en Levítico 2:13: "...con todas tus ofrendas ofrecerás sal."

Pero una noche de shabat pregunté, ¿por qué la sal? ¿Cuál es el significado especial de la sal? Nadie tenía una respuesta inmediata. A manera interesante, la próxima semana encontré un artículo en 'The Jerusalem Post' que explicaba el asunto. Me ofreció algunas referencias bíblicas, por lo cual comencé a indagar más sobre el tema. Además de conocer acerca de su significado espiritual, quise saber más sobre sus cualidades y su historia porque sabía que la sal había sido una valiosa comodidad en el mundo antiguo, a diferencia de nuestros tiempos. Es necesario que tengamos eso claro para que comprendamos el significado de su particular uso en la Biblia. Hice una búsqueda en el 'internet' para ver lo que aparecía bajo la palabra "sal", y el primer lugar que encontré fue el Instituto de Sal. ¡Qué cantidad de información encontré allí, además de otros lugares interesantes en el 'internet!'

Propiedades e Historia de la Sal

Todos apreciamos la sal como un ingrediente importante para realzar el sabor a la comida. Hasta Job lo reconoció así: “¿Se come sin sal lo insípido…?”  (Job 6:6). Antes de que existiera la refrigeración, la sal era importante para preservar los alimentos, utilizando una solución salina que tuviera la capacidad de deshidratar las células bacterianas y de esa manera inhibir el crecimiento de bacteria y conservar el alimento. La sal extrae la sangre y humedad de carnes frescas, secándolas y preservándolas. También fue utilizada en Egipto para preservar los cadáveres en forma de momias.

Pero la sal hace muchas otras cosas de las cuales no estamos siquiera concientes. Provee una textura más uniforme a la masa de harina, da firmeza a las carnes procesadas, y da mejor consistencia a los quesos y otros alimentos. La sal también controla el proceso de fermentación en panes y reposterías, quesos, varios productos en escabeche, pepinillo encurtido y salchichas o embutidos. Además, conserva el color de los alimentos, especialmente de las carnes procesadas, para que sean más atractivas. Es la sal lo que da al pan ese lindo color dorado. Como podrá ver, sería difícil vivir sin la sal.

Aunque todos los océanos del mundo en conjunto contienen 50 millones de billones de toneladas de sal, se requieren 40 millones de toneladas al año para satisfacer las demandas mundiales. En la mayor parte de los países, la sal es abundante y económica, y esa es una bendición moderna que tomamos livianamente. Sin embargo, escasamente 100 años atrás en América, la sal jugó un papel muy importante durante la Guerra Civil. Parte de la estrategia militar del Norte fue detener el paso de la sal hacia el Sur, la que en esos tiempos valía un dólar la libra (454 gramos). Algunos países, como Japón, ni siquiera tenían sus propios depósitos de sal.

En el antiguo mundo, la sal era muy escasa y costosa. Donde no existía, tenía que ser importada, y los gobiernos exigían un alto impuesto. Josefo, el historiador judío del primer siglo, hizo mención de dicho impuesto a la sal. ¿Sabe usted que se han peleado más guerras por causa de la sal que por el oro? No fue hasta llegada la Revolución Industrial, al introducirse la producción en masa, que cesaron las guerras por culpa de la sal.

Algunos griegos llegaron a pensar que la sal era divina, quizás debido a su significado bíblico. Platón la llamó “una sustancia preciada para los dioses.” Durante la Edad Media existía una superstición de que si la sal fuese vertida por accidente, habría consecuencias funestas y la persona estaría “salada.” Es interesante notar que el famoso pintor italiano del siglo 15, Leonardo Da Vinci, pintó un salero vertido cerca del brazo de Judas en su famosa pintura de la Última Cena. ¿Sugiere eso que estaba aplicando supersticiones de su propia época, o que creía que esas supersticiones existían durante la época de Jesús? Por otro lado, quizás lo utilizó para representar un pacto de amistad que sería prontamente quebrantado.

En tiempos antiguos, la sal se utilizaba para pagar deudas. Esdras 4:14 hace referencia a eso, aunque la mayoría de las traducciones utilizan la expresión “servicio” en sustitución a la palabra “sal”: Y debido a que estamos en el servicio del palacio…” Literalmente, el verso en hebreo dice: “…porque de la sal del palacio comemos…,” implicando que el rey proveía el sustento de esas personas. Podría implicar que dependían del rey, o que quizás verdaderamente les pagaba con sal. La palabra moderna de “salario” proviene de la palabra latina que indica el pago del soldado romano. Los esclavos eran comprados con sal, de donde nace la expresión “no vale su peso en sal.”

En tiempos de Yeshúa (Jesús) y el Segundo Templo, el rey Herodes tenía un monopolio de la sal que se obtenía del Mar Muerto, y éste también suplía la sal a los sacerdotes para los ritos del Templo. Previamente, durante tiempos de Esdras, era el rey de Persia quien suplía la sal (Esdras 7:21-22). De hecho, la persona que deseaba hacer ofrendas en el Templo no tenía que traer la sal para el sacrificio. Era suplida por los sacerdotes, además de la madera y el aceite, y todo era guardado en habitaciones especiales en los predios alrededor del Templo. Otras culturas del tiempo también utilizaban la sal para sus ritos religiosos, y aún lo hacen hoy día.

En mi búsqueda por el ‘internet’, encontré un artículo escrito por un hombre japonés, demostrando las similitudes entre algunas tradiciones japonesas y judías, a opinión del autor. A continuación le incluyo algunos datos fascinantes acerca de la sal para ambas culturas (con mis comentarios entre corchetes):
Nosotros los japoneses tenemos la costumbre de usar la sal para santificación. Algunas personas siembran el Samurai: una mujer sembró con sal el lugar que odiaba cuando su esposo la dejó. Esa costumbre es igual a la de los antiguos israelitas. Luego de que Abimelec capturara una ciudad enemiga, la arrasaba y la sembraba con sal [Jue. 9:45]. Nosotros los japoneses rápidamente interpretamos que eso significa limpiar y santificar la ciudad. [Josefo lo describe de esta manera: “Y cuando había arrasado la ciudad hasta su fundamento, porque no tenía capacidad de aguantar el sitio, sembraba sus ruinas con sal, y procedía con su ejército” (Antigüedades, v.7). En lugar de santificar la tierra, algunos dicen que significa maldecir la tierra del enemigo y hacerla estéril.]
Escuchamos que cuando los judíos se mudan a una nueva casa, utilizan la sal para santificarla y limpiarla. Eso es también cierto en Japón. En restaurantes a estilo japonés, usualmente ponen un poco de sal a la entrada.
[En Escocia durante el siglo 18, los escoceses llevaban una caja con sal a su nueva casa.] Los judíos utilizan sal para hacer la comida “kosher”. [La sal extrae la sangre, para cumplir con el mandamiento de Dios de que no se coma la sangre con la carne – Lev. 17:10-12.] Toda carne “kosher” es purificada con sal, y todas las comidas comienzan con pan y sal.
Los japoneses ponen sal a la entrada de una funeraria. Luego de que regresan de la funeraria a su casa, tienen que echarse un poco de sal encima antes de entrar. Según la religión Shinto, cualquiera que fuese a un funeral o tocara un cadáver quedaba impuro. Nuevamente, ese es el mismo concepto según observado por los antiguos israelíes [Lev. 22:4-6].
Los luchadores japoneses “sumo” echan sal al círculo donde piensan luchar. Los americanos o europeos siempre se preguntan por qué, pero el rabino Tokayer escribió que los judíos comprenden muy bien la razón. [La lucha “sumo” es parte de la religión Shinto para entretener a los dioses. El círculo se considera sagrado, y es purificado con una ceremonia de sal, creyendo que así lo limpian de malos espíritus y de mala suerte.]
Los japoneses ofrecen sal cada vez que celebran una ceremonia religiosa. Esa es la misma costumbre de los israelitas: “…con todas tus ofrendas ofrecerás sal” (Lev. 2:13).
La gente japonesa de tiempos antiguos tenía la costumbre de poner sal en el agua del primer baño de un bebé. Los antiguos israelitas lavaban a un recién nacido con agua después de limpiarlo suavemente con sal (Ezeq. 16:4). El lavado y la santificación con sal y/o agua es una costumbre común entre los japoneses y los antiguos israelitas. [Elías usó la sal para purificar la principal fuente de agua de la ciudad (2 Rey. 2:19-22).]

Los anteriores datos sobre la sal nos ayudan a ver la sal en otra perspectiva, con mayor aprecio, para señalar que la gente en tiempos antiguos no veía la sal como nosotros la vemos modernamente. Era difícil de obtener, y muy costosa. Era una comodidad muy preciada y valiosa. Para algunos, poseía un significado místico y espiritual, al igual que para el Dios bíblico.

Referencias Antiguo Testamentarias a la Sal

Aunque la cita anterior menciona algunos versos bíblicos, veamos la referencia completa al mandamiento de Dios para ofrecer cada ofrenda con sal en Levítico 2:13. Solamente existen 41 referencias a la sal en el texto bíblico. Ésta es la tercera mención. La primera se refiere al Mar Salado o Mar Muerto (Gén. 14:3), y la segunda es la mención de la esposa de Lot cuando se convierte en una estatua de sal (Gén. 19:26). Sólo hemos citado arriba parte de Levítico 2:13, y a continuación vemos el resto de ese verso: “Además, toda ofrenda de cereal tuya sazonarás con sal, para que la sal del pacto de tu Dios no falte de tu ofrenda de cereal; con todas tus ofrendas ofrecerás sal.”

Allí vemos que la sal representaba el pacto de Dios. Además, cuando personas en la antigüedad se sentaban juntas a la mesa para compartir la sal, algo que aún hacen los árabes en la actualidad, eso representa la negociación de un contrato de amistad y alianza entre sí. El comentarista bíblico Matthew Henry aclara: “Entre los antiguos, la sal era símbolo de amistad.”

La Biblia hace referencia a la “sal del pacto” después de una mención sobre no usar levadura y miel (v. 11). Varios comentaristas señalan que eso implica que tanto la miel como la levadura producen fermentación o "corrupción." En cambio, la sal purifica y preserva, por lo que se puede considerar como "incorruptible." ¿No es la sal un buen símbolo para representar el pacto de Dios con Su pueblo? El autor y comentarista Gordon Wenhem hace esta observación: “La sal era algo que no se podía destruir por fuego ni tiempo, ni por cualquier otro medio en la antigüedad… Así Dios implicaba que nunca abandonaría a Su pueblo, y que el adorador tenía una responsabilidad perpetua de defender y obedecer el pacto de la ley.”

Otra referencia a ese pacto se encuentra en Número 18:19: Todas las ofrendas de lo que es santo, que los hijos de Israel ofrezcan al Señor, las he dado a ti, a tus hijos y a tus hijas contigo, como porción perpetua; es un pacto permanente delante del Señor para ti y para tu descendencia contigo.” Aquí vemos un énfasis adicional, y es el hecho de que el pacto de Dios es “perpetuo” o “permanente.” El pacto de sal es todavía efectivo hoy día. A veces olvidamos la palabra “perpetua” cuando Dios establece Sus promesas con Israel en el Antiguo Testamento. Tendemos a pensar que cuando vino Yeshúa, todas Sus promesas cambiaron, y que todo caducó. No… perpetuamente es perpetuamente, y para siempre significa para siempre. Sea cual fuese nuestra teología, debemos recordar esos adjetivos de eternidad. Por otro lado, los cristianos gentiles no usamos la sal para simbolizar algo espiritual, pero los judíos sí lo hacen. Lo recuerdan cada shabat, en memoria del pacto eterno de Dios. Dios hace referencia a Su fidelidad en guardar Sus promesas cuando utiliza la palabra “permanente,” aunque Su pueblo no permanezca fiel. ¿No nos alegramos de que Su amor por nosotros sea indestructible?

El próximo y último lugar en el Antiguo Testamento donde aparece la frase “sal del pacto” es en 2 Crónicas 13:5. Durante los días de Salomón, cuando el reino estaba dividido en dos subreinos, Abías, rey de Judá, subió contra Jeroboam, rey del norte. Abías le habló fuertemente a Jeroboam antes de que comenzara la guerra: “¿No sabéis que el SEÑOR, Dios de Israel, dio a David el reino sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos con pacto de sal?” La Biblia no describe un pacto de sal hecho entre Dios y David, sino que Abías se refería al pacto eterno de Dios con los antecedentes de David. Abías declaraba que Judá estaba obedeciendo las instrucciones de Dios respecto a la adoración en el Templo, pero Jeroboam había establecido un sistema de adoración totalmente ajeno, donde incluso adoraba a ídolos paganos (2 Crón. 13:10-11). Para Abías, la “sal del pacto” era el reino eterno que Dios prometió a David (2 Sam. 7:16).

Referencias Nuevo Testamentarias a la Sal

Toda mención anterior sirve como fundamento para cualquier referencia a la sal en el Nuevo Testamento. He escuchado a muchos maestros bíblicos decir: “La mejor manera de interpretar un pasaje bíblico es por medio de la misma Biblia,” y nuestro estudio de la Biblia siempre debe comenzar con el Antiguo Testamento.

Solamente existen seis versos en el Nuevo Testamento que mencionan la sal. Cuatro están en los evangelios, y tres de ellos son relatos del mismo incidente. Veremos solamente dos, pero prepare su mente para analizarlos de una manera completamente nueva. No significa que quizás usted haya estado interpretándolos equivocadamente, sino que es posible que nunca los haya visto a la luz de los textos del Antiguo Testamento.

El pasaje sobre la sal que posiblemente le venga primero a la mente es el de Mateo 5:13, cuando Yeshúa dijo: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.” Podemos deducir de este pasaje que la sal purifica, preserva y da sabor, y que los cristianos debemos ser una influencia positiva en medio de un mundo corrupto. Discutamos eso un poco más a fondo:

Antes que nada, Yeshúa estaba hablando con los judíos de su tiempo. Tan pronto hizo mención de la sal, ¿qué pensarían? Quizás pensaron en la sal del pacto. En esos tiempos todavía hacían sacrificios y ofrendas en el Templo que requerían la sal. Si es cierto que Yeshúa se estaba refiriendo a eso, ¿qué les estaría tratando de decir? Los judíos tenían un llamado como pueblo del pacto de ser testigos a las naciones sobre el único Dios verdadero. Para hacer eso, tenían que vivir según la Torá que dio Dios cuando se reveló a ellos en el Monte Sinaí. Esas instrucciones las encontramos en los libros de Levítico, Números y Deuteronomio. Su estilo de vida debería ser único, para diferenciarlos del resto de las naciones del mundo. Si no reflejaban esa vida especial, perderían el efecto de su testimonio ante el mundo. Así todavía viven los judíos ortodoxos hoy día. Son fáciles de distinguir porque su vestimenta los distingue. El hecho de que celebran el shabat también los separa del resto de las naciones.

¿Qué les quiso decir Yeshúa cuando declaró que si la sal se hacía insípida, sería echada fuera? ¿La sal puede perder su gusto? No, no lo puede. Sin embargo, durante los tiempos de Yeshúa, no tenían forma de refinar la sal. Si estaba mezclada con arena, no la podían separar. Y si la mezcla era mayormente arenosa, la sal no servía para nada, y era echada fuera y pisoteada.

No sabemos de seguro si Yeshúa declaró Su discurso de Mateo 5 al 7 estrictamente en el orden como lo leemos, pero si es así, podemos detectar una posible conexión entre Su referencia a la sal y lo que había dicho anteriormente. Yeshúa estaba hablando a Sus discípulos acerca de que el mundo los iba a perseguir por causa de Él. Pero aclaró que ellos eran la sal del mundo, algo muy preciado para Dios. Sin embargo, les advirtió que si se llegasen a mezclar con el mundo, perderían su cualidad y sabor especial. Dejarían de ser Sus testigos ante las naciones.

Le quiero contar una interesante experiencia que ilustra lo anterior. Hace varios años, cuando un grupo de voluntarios de Puentes para la Paz regresaba a Jerusalén desde Eilat, al extremo sur de Israel, pasábamos cerca del Mar Muerto. Nos detuvimos al otro lado de la carretera, y subimos lo que parecía ser una montaña común y corriente. Para nuestra sorpresa, cuando entramos a una apertura por el lado de la montaña, vimos que no estaba formada de tierra, ¡sino que era una montaña puramente hecha de sal! Habíamos atravesado una pequeña grieta, lo que nos condujo a una amplia y maravillosa cueva cuyos lados subían directamente hacia arriba. La parte superior abría al cielo, y la luz que entraba resplandecía sobre las paredes de la sal cristalizada haciéndola parecer una iluminada catedral. Ese interior era blanco, en contraste con el exterior, que estaba sucio y negro. Eso ilustra la manera en que la influencia del mundo en nuestras vidas puede cubrir nuestra belleza interna con una oscura capa de suciedad, y entonces perdemos el poder de nuestra influencia sobre los demás.

Pablo dice que los cristianos gentiles hemos sido injertados a “la rica savia de la raíz del olivo” (Rom. 11:17). Somos parte del pueblo del pacto de Dios, así que el mensaje que Yeshúa dio a esos nuevos seguidores del primer siglo también aplica a nosotros, la Iglesia cristiana de hoy día. No debemos adaptarnos y conformarnos a este mundo (Rom. 12:2), o perderemos nuestra efectividad. Una de las tristes observaciones sobre muchos en el Israel moderno es que quieren ser iguales a los demás, y gran parte lo está haciendo. Este pasaje es una advertencia para que nos mantengamos sin contaminarnos con este mundo, y así poder evidenciar el único Dios verdadero al mundo.

Cerraré este estudio con Marcos 9:49-50: “Porque todos serán salados con fuego. La sal es buena; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y estad en paz los unos con los otros.” Al igual que en Mateo 5, Marcos 9 contiene una colección de las enseñanzas de Yeshúa. Antes del citado pasaje, Yeshúa  estaba hablando acerca del infierno, y declaró varias veces que su fuego nunca se apaga. Aún los que no irán al infierno “serán salados con fuego.” Nuevamente, ¿a qué cosa los judíos echaban sal? A los sacrificios y ofrendas. Si un sacrificio no llevaba sal, no era aceptado. ¿Estaría Yeshúa diciendo que para que nuestro cuerpo sea un vivo y santo sacrificio, aceptable al Señor (Rom. 12:1), tendríamos que atravesar el fuego del Refinador, para que toda madera, heno y paja, lo “insípido” e “inaceptable” de nuestras vidas, sea quemado antes de entrar a Su reino (1 Cor. 3:11-15)? ¿Se estaría refiriendo a ese proceso de refinamiento que todos tenemos que atravesar, como en Isaías 48:10?

Me gusta la manera en que el autor J.H. Kurtz lo percibe. Él explica que cuando la sal era añadida a la ofrenda, el sacrificio quedaba “sellado” con “el divino poder que procedía del pacto de Dios con Israel.” De la misma manera, cuando Dios nos echa sal, aún con fuego, nos sella con Su sello de aprobación. Nos vincula al pacto de sal que hizo con Israel… ¡incluyendo los que hemos sido injertados!

Cuando pensamos en tener sal en nosotros, podemos pensar en todas las propiedades de sal, principalmente la pureza. William Barclay enfatiza: “Los antiguos declaraban que no había nada más puro en este mundo que la sal, porque provenía de las dos cosas más puras: el sol y el mar. La misma blancura resplandeciente de la sal es un cuadro de pureza.” Eso describe el proceso de refinamiento. Cuando atravesamos el fuego, salimos purificados. Pablo nos dice que Yeshúa se dio a sí mismo por Su Iglesia: “para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada” (Ef. 5:27).

Creo que no volveré a mirar la sal como antes, aunque no solamente durante la cena de shabat, sino en cualquier momento que la utilice. Recordaré quién soy, y quién es Dios. ¿No sería lindo si pensáramos en el pacto eterno de Dios y Su fidelidad en cumplir Sus promesas cada vez que tomemos el salero?

Por Charleeda Sprinkle,
Editora Asistente de Publicaciones
Puentes para la Paz  Jerusalén 

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